La
ayuda más grande para la vida espiritual es la meditación. En la meditación nos
despojamos de toda condición material y sentimos nuestra naturaleza divina. Al
meditar no dependemos de ninguna ayuda externa. El roce del alma puede pintar
los colores más brillantes aún en los lugares más sucios, puede derramar una
fragancia sobre las cosas más viles, puede convertir lo malvado en divino, quedando
borrada toda enemistad, todo egoísmo. Cuanto menos se piensa en el cuerpo,
mejor. Porque el cuerpo nos arrastra hacia abajo. El apego, la identificación
nos hace miserables. Este es el secreto: Pensar que soy espíritu y no cuerpo, y
que el universo entero, con todas sus relaciones, con todo su bien y todo su
mal es solo una serie de pinturas –escenas en un lienzo- de las cuales soy
testigo.
Swami Vivekananda
La Meditación de acuerdo
Al Yoga y al Vedanta
Editorial Hastinapura